Incapaces de callarse
ante la punzada de un recuerdo,
hay gentes que recuerdan,
recuerdan cosas y más cosas,
resucitan siempre,
con cualquier motivo y muy detalladamente,
la vida pasada,
los ayeres ordenados,
sucesivos.
Se tumban en la cama
o en el sofá
y reproducen todas las escenas.
Y vuelven a reproducir las conversaciones,
los actos,
extienden la mano
y representan,
ilusorio escenario,
la comedia de sus propias vidas,
y paladean el regreso,
la devolución de la memoria,
casi como una alegría derramada,
y así se consuelan.
Yo soy incapaz de tanta resurrección,
¿y tú?