martes, 11 de septiembre de 2012

Uso correcto de la exageración





¿Que qué me pasa? Pues que otra vez ha venido a verme Miguel con el rollo ese de la autodestrucción. Que no le haga caso, ¿dices? Imagina que por una vez habla en serio. Cómo crees que me sentiría yo si le pasara algo, ¿eh? ¿Pero, qué dices...? ¿Que hay que largarse a dormir?... Que te crees tú eso. Tú no te mueves de aquí si no has llamado antes a Miguel. ¿Que por qué estoy tan preocupada? Pues porque yo tampoco me tomo en serio a Miguel. Y ahora me arrepiento de haberle dicho unas pocas barbaridades. ¿Que qué le he dicho? Pues, para empezar, que tuviera en cuenta los sentimientos de los demás antes de suicidarse. Que trate de matarse en un lugar público. Que un puente o el alféizar de una ventana son los lugares idóneos para que la multitud pueda congregarse y le anime a saltar. Y sobre todo que deje que al menos un policía suba a disuadirle antes de saltar. Que es así como consiguen medallas y promociones. ¿Por qué me miras de ese modo, cariño? ¿Entiendes ahora por qué estoy tan alterada? Ah. También le rogué que escogiera bien la ocasión. Que existen momentos donde sería de muy mala educación suicidarse. Por ejemplo, en el funeral de alguien. Eso sería robarle el espectáculo al difunto. ¿Que si me ha dicho cómo piensa quitarse la vida? Sí. Me habló de cierta droga. Pero a mí me pareció una opción demasiado arriesgada. Le advertí que podría calcular mal la dosis y limitarse a pasárselo bien. Yo le aconsejé usar una pistola. Son más elegantes que las simples hojas de afeitar y el gas se ha puesto muy caro. Y después hablamos de los amigos. ¿No te he dicho que te nombró al menos tres veces? Le sugerí que antes de abandonar este mundo, se acordara de los amigos. Que siempre podría involucrarlos en su acto dejando varias notas de suicidio, explicando cómo cada uno de ellos ha sido la principal causa de su desesperación. ¿Que si tengo el número de Miguel? Claro. Aunque lo mismo ya es un poco tarde, ¿no crees? Vale, vale, tranquilo, ¿eh? Y no hace falta que me grites de este modo. Que yo no estoy diciendo que tu amigo la haya palmado. Te estoy diciendo que son más de las dos de la madrugada. A ver si le vas a dar un susto de muerte al pobre Miguel...

Aniki.

12 comentarios:

Rick Forrestal dijo...

Aniki, I hope you are well.

You've been missed . . .

jonhan dijo...

Muy bueno, es el uso más correcto que he leído. Felicidades.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Qué buen manejo del humor, en esta historia ácida del potencial suicida. Cómo le hacen falta a la sociedad estos potenciales especuladores del juego de la muerte. UN abrazo. Carlos

Sheol 13 dijo...

Jajaja, la verdad es que hay que saber como hacerlo, sino nadie se acordará de ti como es debido. Un abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

Tú eres muy estridente verdad?
Lo sabía.

Como ahorcarse no hay nada.
Ese si que es un suicidio elegante.

Besos.

Jon Igual dijo...

Muy bueno, me gusta la idea de que el relato sea una conversación donde sólo habla uno de los interlocutores. Además con el toque de humor negro, perfecto.
Un beso.

Javier F. Noya dijo...

Muy buena la perversidad de la protagosnista. El modo de angustiar destructivamente al suicida y a su interlocutor es fantástico...y todo finaliza "yo decía nomás" o frases parecidas. Más que exageración, es fiel reflejo. Besos. me ha gustado mucho.

Dur dijo...

jajaja! y que onda al final? le importa el pobre Miguel o no?? por momentos parece bien angustaida por miguelito y por momentos pareciera no angustiarle y hasta se toma el lujo de bromear un tanto!
muy bueno!!

Anónimo dijo...

Debía tener razón Hughes con lo de la corbata porque la mejor esposa es aquella de la cual la gente no dice bien ni mal.

raúl dijo...

¿qué le estará pasando al probe miguel, que hace mucho tiempo que no sale? :)

Marisa dijo...

Has despojado a la Muerte de su tétrico manto negro, de su afilada azada, te has hecho una pulsera con sus cadenas y has enterrado sus huesos. Todo con una perversidad, humor e ironía y, por supuesto, con un juego estilístico de la 1ª y 2ª personas gramaticales, de admirar.

Un sincero placer leerte siempre, Aniki.
Un beso.

José Ángel Cebrián dijo...

Magnífico relato. Estupendo final.